Los consejos fiscales son organismos independientes creados por los gobiernos para evaluar la política fiscal. A medida que los problemas de la deuda y el déficit se han ido imponiendo, se han hecho cada vez más populares. Esta columna analiza lo que hacen los consejos existentes y los peligros a los que se enfrentan. Sostiene que, con las debidas garantías de su independencia, los consejos fiscales independientes pueden hacer una importante contribución positiva a la política fiscal.
Características comunes: Asesoramiento y normas fiscales
Todos los consejos fiscales que hemos examinado realizan algún tipo de evaluación ex-post y ex-ante de la política fiscal y de la sostenibilidad fiscal a largo plazo. A diferencia de los bancos centrales independientes, ningún consejo fiscal tiene poder formal para decidir el déficit nacional. En cambio, proporcionan asesoramiento de diversa índole, elaborando previsiones o evaluando las políticas gubernamentales.
Hay varias razones posibles por las que estos organismos no tienen poder formal sobre la política. Una de ellas se resume en la frase «no hay impuestos sin representación». Sin embargo, las decisiones sobre los tipos de interés pueden influir tanto en los ingresos individuales como los cambios fiscales, por lo que esta explicación no es convincente. Un factor más importante puede ser la falta de consenso sobre cuáles deben ser los objetivos a largo plazo de la deuda pública.
La velocidad a la que deben alcanzarse esos objetivos es igualmente controvertida. La delegación en representantes no elegidos funciona mejor cuando existe un consenso sustancial sobre los objetivos de la política, y parece haber un consenso mucho mayor con la política monetaria en comparación con la política fiscal.
Según asesoría fiscal Gestiun en Madrid si los consejos fiscales se limitan a asesorar, ¿pueden ser eficaces para evitar el «sesgo deficitario» que parece haber caracterizado en las últimas décadas? Desgraciadamente, la diversidad de consejos, la novedad de muchos de ellos y la dificultad de controlar las muchas otras influencias en los resultados fiscales hacen que un análisis empírico sea muy complejo. El único análisis econométrico completo que existe en la literatura contiene resultados mixtos.
Sin embargo, hay una serie de razones en teoría por las que un organismo de control fiscal podría ser eficaz. Si el sesgo del déficit se debe a deficiencias de información, un consejo fiscal puede corregir esas deficiencias, ya sea proporcionando previsiones más realistas de las cuentas públicas, o simplemente recordando al público la restricción presupuestaria intertemporal del gobierno. Si el sesgo del déficit se debe a problemas de uso común, el consejo fiscal puede desempeñar una función de coordinación, por ejemplo, permitiendo a los ministros de gasto (o a los socios de la coalición) internalizar los efectos agregados de las decisiones de gasto.
Una conclusión interesante es que la mayoría de los consejos funcionan junto con las normas fiscales nacionales. Los consejos fiscales pueden complementar las reglas fiscales al menos de dos maneras.
Esta diversidad entre los consejos fiscales puede reflejar en parte la variedad de explicaciones que se dan en la literatura sobre el sesgo del déficit. La opinión de que las previsiones fiscales del gobierno eran demasiado optimistas fue importante a la hora de otorgar a la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria una función clave de previsión, mientras que en Suecia el deseo de institucionalizar la fuerte tradición nacional de participación académica en el debate de la política económica puede haber contribuido a dar a ese consejo fiscal un amplio cometido.