noviembre 20, 2024

Uso correcto y la importancia de la velocidad de obturación

Una de las formas que se utilizan para regular la cantidad de luz que entra dentro del sensor de una cámara fotográfica es la velocidad de obturación, a través de la cual se puede hacer la misma foto, pero con diferentes resultados cada vez. En la congelación del movimiento se puede comprobar con facilidad cuál es el enorme impacto de este elemento. La velocidad de obturación es un pilar básico dentro de la exposición fotográfica, además de la apertura de diafragma o la sensibilidad ISO. Teniendo en cuenta el control de este parámetro se dejará pasar más o menos luz al sensor de la cámara fotográfica, con una implicación muy clara: congelar el movimiento o no hacerlo. Será de vital importancia conocer un elemento fundamental en el proceso como es el obturador de la cámara, un dispositivo muy preciso que está situado delante del sensor y que controla el tiempo durante el cual llegará la luz. El obturador de la cámara está compuesto por dos cortinillas: una de ellas se abre para que comience la exposición, mientras que la otra se cierra para terminarla. Esto hace que el espacio restante que termina quedando entre ambas permita que entre la luz. Teniendo en cuenta este procedimiento, se entiende que la velocidad de obturación será el tiempo que permanecerá abierto el obturador de la cámara y que hará que la luz pueda pasar al sensor.

Utilizar tiempos de exposición puede provocar distintas situaciones. Cuando se trabaja con aquellas velocidades de obturación que son más rápidas, la cámara abre y cierra el propio obturador muy rápidamente, por lo que la luz que entra en el sensor lo hará en un periodo muy corto de tiempo. Esto significa que para conseguir una exposición de calidad se deberá iluminar correctamente lo que se quiere fotografiar, así como jugar con parámetros del triángulo de la exposición. Si no se compensa de la manera adecuada, se correrá el riesgo de que la fotografía quede subexpuesta. Cuando la velocidad de obturación es rápida, las imágenes serán más estáticas y se congelará el movimiento. Esto es especialmente útil en ámbitos como por ejemplo cualquier deporte, donde dichos movimientos están presentes de manera constante. Y, en el caso de que la velocidad de obturación sea lenta, esto significará que se dejará pasar más luz al sensor de la cámara, por lo que se conseguirá captar movimiento producido por aquellos objetos que se encuentren en la toma en el momento. Puede ocurrir que la fotografía salga movida debido al movimiento producido al pulsar el obturador, y por eso se recomienda tanto utilizar un trípode cuando se realicen fotografías en tiempos de exposición largos.

Dependiendo de las intenciones que tenga cada persona con sus fotografías, será recomendable utilizar una velocidad de obturación adecuada a cada situación, de manera que esta se pueda adaptar y se consigan unas fotografías de mayor calidad, garantizando ese toque profesional que tantos fotógrafos buscan.

Si quieres ampliar conocimientos en este asunto puedes consultar el siguiente artículo que contiene ejemplos de sus usos en distintos escenarios.